De un tiempo a esta parte me he preguntado si es que es posible poder hallar una salida al final de cada tiempo de prueba, durante muchos meses y casi años me halle envuelto en medio de una tormenta y casi cuando estaba por ceder y dejarme morir, pude hallar un hálito de paz.
La tormenta no era de agua sino de fuego, ese fuego que se alza sobre el inclemente desierto a manera de vientos huracanados que levantan el ardiente arenal y azotan sin piedad el cuerpo de quien se encuentra perdido en sus dominios.
Agonizaba en medio de un desierto lo suficientemente extenso como para secar cada gota de sudor y como para nublar cada idea, un desierto que parecía nunca acabar, pero entonces me levante porque sabia que algo mas habría de pasar y que si a pesar de todo no había muerto era porque entonces aun había esperanza, el solo hecho de hallarme con vida me indicaba que existía una razón, un motivo para continuar.
Y entonces avanzaba de manera sinuosa, casi a rastras aun avanzaba, con el cuerpo lleno de heridas, y los dedos amoratados a punto de reventar por la presión del calor, me arrastraba con los labios partidos y la vista nublada de lo resecos que se hallabas mis globos oculares; y entonces la vi.
Era el mejor espejismo que se me hubiese podido aparecer, era un ángel en medio de aquel arenal y entonces un calor aun mayor pude sentir dentro de mi en cuanto me toco, y es que el hecho de no ser irreal me dio nueva vida, y aunque quemaba mi piel por el inclemente sol, no se asemejaba al calor de mis entrañas, mas su figura casi etérea era mas bien la de un ángel de cristal, como si el agua hubiese tomado forma y se hubiese vuelto en una mujer, y a pesar de todo estaba allí sin evaporarse y sosteniendo mi cabeza mientras me tocaba el rostro y me daba nuevas fuerzas.
De pronto me dio un beso y supe definitivamente que se trataba de un ser celestial, de un ser sagrado quien me brindaba nuevas fuerzas, y me puse a llorar, y mis lagrimas que no había sentido durante tanto tiempo recorrían mis mejillas quemando y a la vez secando las heridas aun abiertas, y al caer en el arenal y mezclarse con el rocío que brotaba de la piel de ese ángel, comenzó a suceder algo mucho mas increíble.
Comenzaron a surgir arbusto y de pronto palmeras, y en medio de lo que era una gran desierto comenzó a a nacer un oasis, y en el oasis comenzaron a recalar animales y entonces de pronto todo cuanto había soñado se habia hecho realidad.
Abrí los ojos nuevamente y me encontraba al pie de una palmera, con mis heridas curadas y a mi alrededor el mismo paraíso.
Yes que no importa si el mundo nos parece un lugar extraño, cualquier lugar es nuestro lugar si nosotros así lo queremos; solo no dejemos que nos roben nuestros sueños.
300 DIAS
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